Las exposiciones públicas de Yunior García Aguilera provoca la no credibilidad de la Comunidad Cubana en el Exterior al 70% y el ataque de las voces más incisivas contra el régimen de la Habana, ya que su conducta, muy elocuente, pero sin aportar pruebas, conduce a que este ciudadano cubano es cómplice de programa dictatorial de manipulación de los medios.

Youtubers influencers tales como Roberto San Martín desde Las Palmas de Gran Canarias y Karlitomadrid desde la capital de ese país, desde Miami el Gran comunicador Alexander Otaola, desde Madrid el opositor Lázaro Mireles, desde Barcelona el disidente y acérrimo antidictatorial Sayde Chaling Chong García y un enorrrme porciento de cubanos fuera, pero también dentro de Cuba, atacan a diario el corazón de la Dictadura Asesina de menores, del mercenario Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, pagado por el imperio creado por el Partido Comunista de Cuba quien, a través de la mente maquiavélica del ya muerto Fidel Castro, ilegalizó todo tipo de competencia para amordazar a las masas y administraciones, nudo que muy poco a poco el propio pueblo con su despertar está deshaciendo y que no dependerá en ningún caso, de la verborrea elocuente de este personaje Yunior García Aguilera, cada día menos creíble por su falta de probatoria y argumentos de testimonios, quien pretende, con palabras bien ubicadas en frase hacerse de un sitio importante en la palestra, pero ahora desde la conveniente comodidad en la geografía española. Terminará fracasando Yunior García, porque simplemente ha permitido que le desarraiguen y en España se apagará su voz, dada la ya desconfiada y experimentada Comunidad Cubana quien lo enterrará y este terminará fregando platos en algún bareto y quizá lo veamos en algún tiempo pidiendo permiso para entrar a Cuba.

Ahora, ya seguiremos sin Yunior García Aguilera, no merece nuestra mirada ni arle una importancia que pretende. La decepción de haber ocultado sus pasos a todos por el miedo a enfrentar las consecuencias de los actos que él mismo proclamó, ni es un ciudadano digno, ni hombre de principios ni de moral reseñable, es un triste emigrante sin más poder que uno cualquiera que haya dado la espalda a su pueblo en el momento más importante de todas las vidas en Cuba.